Páginas

domingo, 4 de septiembre de 2016

Dyson (II)

El viernes terminé mi cuarta semana en Dyson y no podría estar más contento. Estoy participando en varios proyectos, hasta que terminen mis primeros tres meses de "induction", y aún familiarizándome con ensayos, gente a la que pedirle las cosas, productos...

En mi equipo  somos cinco personas: Misael y Matty, de los que ya os he hablado un poco, Andy, Stu y yo mismo. Andy es el jefe del equipo y lleva dieciséis años en la empresa, nada menos. Stuart es como Misael, ingeniero "avanzado" (o sea un rango más que yo). Andy y Stu me entrevistaron en primavera, tanto por Skype como cuando vine a Malmesbury en persona. En ambas ocasiones Andy llevó el peso de la conversación y Stuart no abrió la boca... pues ahora no la cierra. Habla muchísimo y a toda velocidad, es muy amistoso y dicharachero y me está ayudando muchísimo. Me da un montón de información, me explica cómo funcionan los tests y se asegura de que tenga todo claro. Además lo hace siendo cercano, no como si fuera simplemente su tarea. Es un gran tipo.

En cuanto a Andy, que tiene 38 años y dos hijas gemelas de cinco, es muy jovial y relajado. Es casi como si no fuera un jefe. Al principio me costaba horrores entenderlo, porque habla para el cuello de la camisa, y como todos los británicos y al contrario que los andaluces, se salta la mitad de las vocales. O bien he mejorado mucho o se dio cuenta de que no me enteraba de la misa la media y se esfuerza más, pero el caso es que ya me aclaro con él. Excepto cuando vamos a comer y se pone a contar anécdotas y ya renuncio a entenderlo, macho.

Siento que he aprendido ya mucho en este mes escaso. Los procesos de ensayo, por ejemplo, están estandarizados. Típicamente, los ingenieros piden un hueco en el laboratorio y un técnico para que los realice varias veces. El primer test lo supervisamos, para asegurarnos de que lo hacen bien pero también de que no hay ningún problema con el prototipo o cosas del estilo. Yo en concreto me quedé un día entero con Paul, un técnico cincuentón que lleva la tira en Dyson y que se va a jubilar en Murcia, para enterarme mejor de los detalles del proceso. Hay que aprender mucho de los técnicos. Además es bueno ser cercano y ganarse su confianza, como bien nos contaba Pablo Rodríguez de Francisco en la asignatura de Sistemas de Producción, ya que el característico aire de superioridad de los ingenieros puede granjearte enemistades con ellos y con eso no gana nadie.

También me ha tocado hacer bastante trabajo de escritorio. En concreto, un estudio sobre una de las aseveraciones sobre productos Dyson que lanza el equipo de Marketing. Se trataba de comprobar cuán veraz era esa afirmación, para lo que tuve que bucear tanto en internet como en los archivos de la empresa minando datos que nos proporcionasen contexto y pruebas. Y luego explicarlo en una presentación de Power Point, que gracias a mi experiencia como consultor me granjeó la enhorabuena de mis compañeros y de Jess Middlemiss (por cierto que es un apellido divertidísimo. Hay también un Hardyman y un Tom Middleton), la jefa de Andy. Ahora habrá que ver cómo lo entienden la gente de Marketing y Legal, que al no ser ingenieros, pues son semipersonas.

Empiezo a comprobar lo que me había contado Fon, el primo de Iris que también trabaja en Dyson, de que aquí (en Inglaterra) se trabaja de forma distinta: si eres un vago, puedes seguir siéndolo tranquilamente, pero sin ascender. Ahora, si quieres llegar a algo, prácticamente tienes que ir pidiendo el trabajo, demostrar muchíiiisima más iniciativa que en España. Es decir: puedes estar en un par de reuniones sobre un tema, te piden algo al respecto y ya piensas que estás metido en el proyecto, y de repente te enteras de que ha habido otras tres reuniones y no te han avisado. Y sin embargo, si pides asistir a la reunión, no te dicen "no estás convocado" (a no ser que sea uno de los proyectos secretos), te dejan ir, no vaya a ser que puedas ser de ayuda. O si te acercas a un equipo y les dices "no tengo mucho curro, deja que te ayude" pues no te miran como si fueras de Marte. Te explican educadamente e incluso te sientes como si te estuvieran pidiendo responsabilidades. Pero luego no, si lo quieres lo haces y si no no pasa nada. Es algo extraño, pero divertido.

Ah, por cierto que lo del caza en la cafetería es verdad. La última vez alguno no se lo creía:

imagen de http://gizmos.androidomg.com/2016/05/our-hq-in-malmesbury-uk-has-been.html