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El relato guarda ciertos paralelismos con la vida del propio Hemingway, que también fue un americano venido a España en tiempos de guerra, si bien como corresponsal. A través de su protagonista, Hemingway expresa su propia experiencia de primera mano en lo que era nuestro país hace ya casi cien años. A Hemingway le encantaba el toreo, como se puede ver en su novela Fiesta, y a Robert Jordan también; además algunos de los personajes tienen lazos con el mundo del toreo o bien lo traen a colación con frecuencia.
La descripción que hace la novela de la España de los años 30 no sé si es completamente veraz, pero desde luego es algo que todo español debería leer. Y no lo digo porque salgamos muy guapos, ni por lo contrario. La valoración moral de cada personaje es independiente del bando al que pertenezca, lo cual es un evidente acierto, y el carácter español es tan ácida pero cálidamente retratado desde los ojos de un extranjero que uno no puede menos que enternecerse extrañamente ante ello.
En la cuadrilla que coexiste con Jordan hay gente noble, cobarde, astuta, simple, ambiciosa, humilde, pesimista y optimista, variedad igualmente presente en el resto de personajes descritos en la novela. Lejos de encumbrar al bando republicano, con el cual al parecer se alineaba Hemingway mismo, se relatan dos sucesos de asesinatos por parte de aquel que a ninguna persona con principios le pueden parecer de recibo.
Y sin embargo, los personajes, paisajes y situaciones son relatados con sencillez y ternura. La idiosincrasia española se desgrana con un cariño que hace a uno sentirse, curiosamente, orgulloso de su país:
Ella había dicho la gloria. "Eso no tiene nada que ver con la gloria en inglés ni con la gloire, de que los franceses hablan y escriben. Es algo que se encuentra sólo en el cante jondo y en las saetas. Está en el Greco y en San Juan de la Cruz..."
Señores preocupados de que sus prójimos amen a España: regálenles a Hemingway el próximo día del libro.
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Por cierto que adquirí el ejemplar que leí hace un par de años o tres, en el establecimiento que entonces se llamaba "Libros libres" y que ahora se llama Tuuu Librería, que es un nombre peor, en mi opinión, pero bueno. De aquella, podías llevarte (o donar) cuantos libros quisieras, simplemente con tal de que en el libro se sellase la inscripción "Este libro es libre: No se compra · No se vende". Nació de la necesidad de deshacerse de libros de difuntos, bibliotecas desmanteladas y cosas así, y originalmente sus trabajadoras eran voluntarias.