He recordado hace un momento una discusión que tuve con mi profesor de la academia el año pasado. Este chico (pues no será más que un tres años mayor que yo), a cuento del estudio de la Electrónica, citó los grandes avances en ordenadores cuánticos que, al parecer, están teniendo lugar, y cómo esto permitiría a la postre los viajes en el tiempo, tema del cual decía saber bastante.
Bueno, yo no sé nada de ordenadores cuánticos, y tampoco he estudiado mucho las teorías del tiempo como cuarta dimensión y todo esto, pero si algo me gusta más que la ciencia ficción, es discutir. Así que en ese momento se me ocurrieron algunos argumentos que no tuvieron cabida en esa conversación, porque estábamos allí para aprender Electrónica. Pero que me quedaron en el coco y que intentaré dar forma.
En la mayoría de las obras de ficción que conozco y hablan del tema, el concepto de viajar en el tiempo tiene dos aplicaciones: ir a otra era y maravillarse del mundo que observas, o tratar de evitar que algo suceda. La primera no tiene mucho interés como caso de estudio más allá del efecto mariposa estilo "no pises esa hormiga, podría ser tu antepasado".
La más interesante es la segunda. En la película (en el libro no pasa)
La Máquina del Tiempo, que no es muy buena, se plantean la paradoja siguiente: si el motivo para viajar en el tiempo es desfacer cierto entuerto, suponiendo que lo consigas, esto anula la razón para el viaje puesto que ya no existe tal entuerto. Por consiguiente, uno no viajaría en el tiempo para desfacer aqueste. Etcétera.
Sin embargo, existe una paradoja mucho más interesante: la de encontrarse con uno mismo. En un capítulo de
Capitán Planeta, el chico del anillo de fuego tiene que evitar que su pasado Yo impida que el pasado Yo de ambos reciba el susodicho anillo, teniendo una conversación consigo mismo mientras coge felizmente el anillo (incurriendo en las dos paradojas que he expuesto hasta ahora, por cierto).
Si viajas a hace un minuto ¿quién eres tú? ¿El de ahora, o el de hace un minuto? Peor aún, cuando el segundo tú coja la máquina del tiempo, al cabo de un minuto (porque tienes los huevos tan cuadrados que te da igual verte llegar al pasado), ¿qué situación te encuentras? El tú que viajó al pasado ya no está, pero estás tú. Sólo que un minuto desplazado del tiempo original. O bien, cuando el tú que aún no había viajado al pasado lo hace, ¿se encuentra contigo? ¿Qué ve? ¿A sí mismo viéndose? Y si por tus santas pelotas realizas infinitamente este bucle, ¿crearías un ejército de clones con el que dominar la Tierra?
Quiero hacer un inciso para hacer notar que la alternativa a este planteamiento es mucho peor: que llegues al minuto pasado y
no te encuentres. Esto significa que mediante el viaje que has realizado, te has suprimido en este instante, y por inducción, en todos los demás instantes de tu vida. Por ejemplo, pongamos que con 60 años viajas al día de tu nacimiento: o bien ves nacer a un bebé que siendo tú no lo es (el caso anterior), o bien de repente tu madre no tiene que apretar porque ahí no hay bebé que valga (porque has viajado en el tiempo pero no en el espacio), o bien apareces en la vagina de tu madre con un cuerpo adulto y la matas. En cualquiera de las dos últimas maneras tu vida cambia de manera radical, o deja de existir. En la primera, no parece que haya problema. Bien.
Supongamos ahora que la máquina del tiempo requiere materia para funcionar, materia que enviar al pasado. Lo que hace es enviar los átomos de tu cuerpo a otro momento. Si ese otro momento es uno en el que estabas, de repente esos átomos existen dos veces. Por la ley de conservación de la masa, tiene que haber otra cantidad de masa igual que desaparezca en este momento. O sea, cada vez que viajas al pasado, Dios mata un gatito. O un saxofonista.
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"Marty, en este futuro no hay Jazz." "Oye, no mires ahora pero acaba de llegar un tipo clavado a ti" |
Se me ha hecho un poco tarde y no he sido capaz de expresarme con claridad, porque es un tema bien complicado. Lo que quiero decir con esto no es que sea tan difícil que es un rollo y que ya nos preocuparemos cuando haya ordenadores cuánticos. Quiero decir que es un tema repleto de paradojas y absurdos, y la navaja de Ockham me sugiere que la explicación más sencilla es que no puede pasar.
Tal vez otro día le dé más vueltas al tarro, pero hasta entonces, ¡comentad! ¡Con un nombre, si puede ser!