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domingo, 17 de enero de 2016

Inglaterra de luto (RIP Bowie & Rickman)

Como todos sabrán, esta semana fallecieron David Bowie y Alan Rickman a la misma edad de 69 años, de sendos cánceres, por supuesto. Dos iconos londinenses de la música y el cine y el cine y el teatro respectivamente, cuyas muertes (sumadas a las de Lemmy, de la que acabo de hablar) dejan a uno preocupado por la salud de Michael Caine, Ian McKellen, Judy Dench o Richard Attenborough, entre otros.

Nunca fui fan de David Bowie, por desconocimiento más que por otra cosa. Mi recuerdo más vívido de él es el de la película Labyrinth, donde lo cierto es que emana un magnetismo surrealista que supongo que es lo que todo el mundo admira de él, con razón.

De Alan Rickman, sin embargo, siempre he sido admirador desde que lo vi en Robin Hood (la de Costner), donde se hace dueño y señor de la pantalla, dando un soberano repaso al protagonista y superando también con creces a un Morgan Freeman cuyo papel no da más de sí. También es estelar como profesor Snape en las películas de Harry Potter, como es estelar su interpretación de Hans Gruber en La Jungla de Cristal. Un malo memorable cada vez que lo he visto, y un personaje entrañable en Love Actually; real, tridimensional, inolvidable.

Desde luego, habrá que repasar bien su filmografía, del mismo modo que la discografía de Bowie, como magro pero imprescindible homenaje a dos gigantes que anduvieron entre nosotros. Descasen en paz.

martes, 12 de enero de 2016

RIP Lemmy

Llevo dos semanas pensando en algo digno que escribir por la muerte de Lemmy, pero nada se acerca a describirlo mejor que sus incontables citas y entrevistas. Así que me remito a la letra de On Parole (1979), que es tan buena como cualquier otra para rendir homenaje a este inefable personaje del siglo XX:

They locked me up, put me away,
Said "You're gonna get out in forever and a day"
I didn't know what was going on,
All I was doing was looking for fun,
Forgot the reason, that's what I'm told,
But you've gotta get it in before you get old


 (Foto: Mark Marek)
O también:

"Death is an inevitability, isn’t it? You become more aware of that when you get to my age. I don’t worry about it. I’m ready for it. When I go, I want to go doing what I do best. If I died tomorrow, I couldn’t complain. It’s been good."

Rock in peace, Lemmy.

jueves, 7 de enero de 2016

(Feliz Año) Nuevo

En Vigo llueve desde el día 3 de enero de este nuevo año en el que ya no veremos a Lemmy en concierto, ni a Les Luthiers con el bueno de Daniel. Esta mañana me acerqué al colegio García Barbón, donde cursé desde el último curso de infantil al primero de secundaria, y llovía.  De las profesoras que me dieron clase sólo siguen Marta, la de infantil; Filo, la de inglés; y Fran, la de música. Con la suerte de que la chica de conserjería me llevó hasta la primera, que se acordaba de mí. ¡Dieciséis años hace que dejé el colegio, y veintidós que ella fue mi profesora!

Yo llevaba libros para regalar a la biblioteca del centro, que tantas buenas horas me brindó en los noventa. La sala era nueva, donde antes estaba el laboratorio, y es mucho mejor. Hay un comedor nuevo, que usa parte de lo que era la casa del difunto conserje. Su hijo estaba en el curso anterior al mío, me acuerdo.

Filomena y Francisca estaban más delgadas y no me reconocieron. Es por la barba. Fran tiene un aula de música nueva, Filo y Marta dan asignaturas diferentes. Un chaval que iba a clase con mi hermana trabaja de auxiliar en el cole que también fue suyo.

Mis tutoras de primero, segundo (y tercero), cuarto (y quinto) y sexto se jubilaron hace un tiempo. Los árboles que plantamos son ahora dignos del nombre, y hay un huerto nuevo. Un niño de clase de Fran me preguntó mi edad, otro que si soy rico.

Más tarde, en la panadería, sí que me reconocerá Lupe, que lleva toda la vida allí, y la dueña, Hilda. Me dirán que estoy muy cambiado, es por la barba. Ellas, sin embargo, están igual que siempre. Se lo digo y sonríen.

Marta no se acordaba de todos mis amigos, que no son nuevos sino de siempre: Javi, Pedro, Fernando, y más tarde Pablo y Diego, que en el cole eran de B. Es difícil acordarse, con tantos niños. Mi clase de infantil, sin embargo, no había cambiado. Me emocioné, verdaderamente. No había cambiado nada.