El miércoles me ascendieron. Concretamente, dejé de ser ingeniero junior para ser ingeniero consultor, lo cual supone una pingüe subida salarial, y una serie de responsabilidades adicionales que, de acuerdo a la costumbre de everis, ya he demostrado en algunas ocasiones, y que ahora serán parte manifiesta de mi cometido. Evidentemente, ¡estoy contento! Mis jefes me valoraron muy positivamente, mejor de lo que yo valoraba mi propio desempeño. Esto supongo que es algo bueno, porque significa que soy más exigente de lo que son mis superiores, y por tanto no fallaré siempre y cuando me mantenga avizor.
Además, desde febrero trabajo a las órdenes de una compañera que es buenísima, organizada, paciente y segura, que es un lujo tener como jefa de proyecto. Parece que voy a poder aprender mucho de ella; ya lo he hecho en estos dos meses y poco. Una cosa que valoro mucho en mis compañeros "suboficiales" por así llamarlos (jefes de proyecto, que aún no son gerentes pero como si lo fueran) es la seguridad que tienen y transmiten para tomar decisiones o hacer planes. Su experiencia les permite una firmeza que da confianza en ese momento y hace que quieras desarrollar la tuya propia en el futuro.
Iris está también muy a gusto en el estudio de arquitectura House Ham Henderson Cooper. Por lo que me cuenta, está ganando en responsabilidad, se trata con clientes y socios internacionales de manera habitual y ayuda a sus compañeros con dificultades técnicas. Le encanta lo que hace y parece que, como diría mi jefe, "tiene recorrido en la casa".
Ahora está dormida en las butacas, pero pronto podrá dormir la siesta en un sofá que compraremos sin preocupaciones, en parte gracias a la subida.
A las nueve tengo yoga, al que llevamos apuntados desde noviembre y que nos sienta estupendamente. Tanto al salir de la clase despejado como a largo plazo, en lo saludables y fuertes que nos sentimos.
En agosto tenemos la boda del bueno de Luis Reguera, Fols, en las montañas de León. Espero con ilusión ese día en el que la misma Vuelta a España coincidirá con nosotros, contra todo pronóstico, en los alrededores de Boñar.
En septiembre iré con los amigos de la escuela a las Ardennes, en Bélgica, a pasar un fin de semana.
Y en diciembre, quizá vayamos Iris y yo a otra boda, esta vez en la India.
I am the luckiest.
Cómo moláis. Cuando vuelvas de las Ardenas cuéntame qué hay allí de la Primera Guerra Mundial. A ver si puedes visitar los campos de batalla. Cómo tiene que molar.
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