Nuestra luna de miel comenzó el 26 de agosto del año pasado. Tras un frenético último día empleado en finalizar el equipaje y cambiar un vuelo a última hora, salimos de Vigo en dirección a Nairobi, pasando por Madrid y París. Hasta Madrid viajamos con mi amigo Cristóbal, que se volvía a Eindhoven, donde vive, y fue muy agradable comer con él como despedida. Luego, cada uno por su lado, y nosotros llegamos al aeropuerto Nairobi Kenyatta con las primeras luces del lunes 27.
Tras un pequeño trámite fronterizo, salimos al exterior del aeropuerto, donde nos estaban esperando nuestros dos compañeros de viaje: Tom, el chófer, y "Antonio" (Tony), el guía. Tom, que es de una tribu cuyo nombre nos evade ahora, era delgado, de cándida sonrisa y hablar muy sosegado. Llevaba una gorra blanca como la furgoneta Toyota que conducía. Tony, de la mayoritaria tribu Kikuyu, era corpulento, de ojos vivos y lenguaraz. Hablaba español decentemente y hacía numerosas bromas de todo tipo. Estos dos nos llevaron hacia el norte, al centro del país, a la Reserva Nacional de Samburu.
Samburu es el nombre de la tribu que vive en esa zona del país, que tiene un clima continental europeo y una orografía agreste de suelo arcilloso.
Este parque, que es de tamaño reducido, tiene, sin embargo, muchísima fauna y de muchos tipos. Entre la entrada y el hotel, vimos algunas gacelas, numerosas pintadas o gallinas de Guinea, y hasta una jirafa, que nos llamó muchísimo la atención. Poco sospechábamos entonces la cantidad de animales que íbamos a ver ese mismo día.
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Gallinas de Guinea.¿No os parecen dinosaurios? |
En el hotel nos estaban esperando para comer, y comimos, y en verdad nos plugo. Nuestro alojamiento era una cabaña de terracota con dos camas, rodeada de sus congéneres y de la sabana, por la cual rondaban unos antílopes diminutos llamados tik-tik, unos pájaros como Zazú el del Rey León, que se llaman cálaos, y ocasionalmente babuinos. Con los babuinos hay que tener cuidado, que son peligrosos como hinchas del Liverpool en Mallorca.
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¿dices que se perdió en su propio museo? |
Después de comer nos fuimos de safari, de nuestro primer safari, en el que estrenamos el teleobjetivo nuevo de Iris (un regalo que le hice con sus amigas por su cumpleaños), con todo éxito. El modus operandi del safari consiste en dar vueltas por la sabana, los guías comunicándose por radio con otros guías para informarse de los movimientos de los animales. Cuando descubren un animal, ya sea por su vista y experiencia, ya porque se lo chivan los compañeros, acercan el coche a este para que lo veas. Y lo acercan MUCHO. Hasta el punto de que, en ocasiones, yo me agobiaba, porque me daba la sensación de que estábamos estresando al animal. Aunque, en general, ellos aparentaban completa indiferencia frente a nuestra presencia.
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esta leona pasó a 20 cm de mí, al otro lado de la puerta de la furgoneta. Y en ese momento había 10 coches a su alrededor |
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este es de teleobjetivo, no de estar cerca |
Estuvimos en Samburu dos noches, y de safari tres veces: la tarde de llegar, y la mañana y la tarde del día siguiente. El recorrido que más me gustó fue por la mañana, cuando hicimos una incursión, cruzando el río Ewaso Ng'iro a la reserva adyacente de Buffalo Springs. Esta zona estaba completamente desierta de visitantes, con lo cual teníamos una sensación de amplitud y de aventura mucho mayor. Las fotos a continuación son todas de Buffalo Springs:
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aquí un Samburu cruzando el Ewaso Ng'iro |
El resto del tiempo estuvimos en Samburu Samburu, que como os he dicho está lleno de vida. En general, fue un inicio maravilloso de viaje. Nos hizo un tiempo estupendo y estuvimos constantemente rodeados de fauna increíble, y el hotel nos gustó mucho (hasta tenía una piscina de la que dimos buena cuenta). De hecho, tuvimos una suerte excepcional el segundo día, cuando pudimos ver el más esquivo de los carnívoros africanos: un leopardo, tumbado a la bartola en un árbol.
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por supuesto, estaban todos los coches del parque rodeando al animal |