Si yo fuera alcalde de Madrid, "Madrid Central" llegaría hasta la M30, y ampliaría las aceras de todas las calles principales del centro, como han hecho con la Gran Vía. Por ejemplo, me cargaría dos carriles en Bravo Murillo, en la zona entre Tetuán y Plaza de Castilla, para extender la mísera acera del lado Oeste, que mide un metro y medio en su punto más estrecho.
Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría el número de casas de apuestas, porque prohibirlas completamente solo conseguiría que se hiciesen clandestinas. Entre Plaza de Castilla y Cuatro Caminos hay diecinueve locales de apuestas. Además, obligaría a que llevasen el mismo tipo de avisos disuasorios que el tabaco: "La ludopatía destruye familias", "Las apuestas no son un juego", etcétera.
Si yo fuera alcalde de Madrid, estaría prohibido conducir los domingos, como en Bogotá. Los únicos coches que se verían serían ambulancias y camiones de helados. Podríamos empezar con una experiencia piloto (por ejemplo, el día de San Isidro, o el día de la Almudena), luego hacerlo un domingo al mes, y por último todos los domingos.
Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría los precios de alquiler a un múltiplo fijo de los metros cuadrados, que se revisaría anualmente; y también controlaría los alquileres vacacionales de AirBnB y similares.
Si yo fuera alcalde de Madrid, el alquiler de las pistas municipales de pádel, fútbol, baloncesto y otros deportes tendría un coste simbólico o nulo, en ningún caso superior a un euro por persona.
Si yo fuera alcalde de Madrid, compraría los cines que han cerrado y los habilitaría para proyectar películas clásicas, como hace la Filmoteca.
Si yo fuera alcalde de Madrid, al PP se le iba a llenar la boca de bilis en cuestión de dos semanas. Pero sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos.
Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría el número de casas de apuestas, porque prohibirlas completamente solo conseguiría que se hiciesen clandestinas. Entre Plaza de Castilla y Cuatro Caminos hay diecinueve locales de apuestas. Además, obligaría a que llevasen el mismo tipo de avisos disuasorios que el tabaco: "La ludopatía destruye familias", "Las apuestas no son un juego", etcétera.
Si yo fuera alcalde de Madrid, estaría prohibido conducir los domingos, como en Bogotá. Los únicos coches que se verían serían ambulancias y camiones de helados. Podríamos empezar con una experiencia piloto (por ejemplo, el día de San Isidro, o el día de la Almudena), luego hacerlo un domingo al mes, y por último todos los domingos.
Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría los precios de alquiler a un múltiplo fijo de los metros cuadrados, que se revisaría anualmente; y también controlaría los alquileres vacacionales de AirBnB y similares.
Si yo fuera alcalde de Madrid, el alquiler de las pistas municipales de pádel, fútbol, baloncesto y otros deportes tendría un coste simbólico o nulo, en ningún caso superior a un euro por persona.
Si yo fuera alcalde de Madrid, compraría los cines que han cerrado y los habilitaría para proyectar películas clásicas, como hace la Filmoteca.
Si yo fuera alcalde de Madrid, al PP se le iba a llenar la boca de bilis en cuestión de dos semanas. Pero sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos.
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