Dice "tchis" y sonríe pícaramente, mientras avanza vacilante, agarrándose a una mesita o a un radiador, hacia su objetivo. Su meta es acaso un mando a distancia, acaso una miguita de pan que distingue hábilmente desde la distancia, o tal vez una Cosa Nueva que es necesario Explorar, Tocar y Morder. Mamá y Papá vigilan con sus propias sonrisas, atentos a un paso en falso que pueda acabar en caída propia o ajena. De repente se abre la puerta y entra la Abuela, o la otra Abuela, o el Abuelo, o incluso el Abuelo, y Eneas grita de emoción: "uuuu-uuu", y le brillan los ojos mientras agita todo el cuerpo. El visitante corre hacia él, provocándole inmensas carcajadas con las que enseña los dientes, los asentados y los incipientes. Si le ofrecen las manos, las agarra con las suyas, fuertemente, y da pasitos hasta pisar las extremidades de su víctima, abrazándola y acercándole la cabeza, como se besan los leones.
En este mundo chambón y jodido, seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero, y cada noche como si fuera la última -- Eduardo Galeano
lunes, 19 de abril de 2021
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