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domingo, 6 de septiembre de 2015

RESEÑA: El Castillo

Ayer por la noche terminé El Castillo de Franz Kafka, una auténtica locura de libro. No es la primera obra de Kafka que leo; antes al contrario, con unos catorce años me fue regalado por mis tíos Marilena y Ovidio El proceso, que leí prontamente; y en clase durante la ESO leí La Metamorfosis y La carta al padre. Sin embargo, no sé si porque hacía doce años de la última de estas lecturas o por ser la obra que me ocupa especialmente farragosa y rara, he estado leyéndola los últimos seis meses.

El argumento es sencillo: un hombre llamado K. (literalmente) llega a un pueblo para ejercer de agrimensor y debido a la absurda y complicada burocracia del lugar no consigue ponerse en contacto con sus superiores ni desempeñar su labor. En el transcurso de una semana que parece un año, mete la pata en cientos de ocasiones, pero no de manera graciosa  como si de comedia de enredos se tratase, sino de manera deslavazada, sorda e inexplicable. El protagonista se obsesiona por personas o acontecimientos aparentemente banales, se mete en discusiones interminables desprovistas de razón o empatía y se emborracha o se duerme en los momentos más inoportunos. Y os aseguro que en ningún momento es gracioso. Es patético y desasosegante.

Los personajes parece que nunca se pongan de acuerdo en sus conversaciones. Es más, parece que no se escuchen y que se esfuercen en desmerecer los puntos de vista ajenos. En cuanto a los innumerables funcionarios del Castillo, exigen medidas absurdas, no se dejan ver, realizan entrevistas durante la noche y otras cosas similares.

Para más inri, no abundan los puntos y aparte, siendo sobre todo bloques de texto; el editor de mi ejemplar decidió usar el estilo inglés de diálogo (entrecomillado en lugar de con guiones cada cvez que habla un personaje) para contribuir a esa sensación opresora y de falta de aire y las últimas 40 páginas faltaban en la edición original y parecen apócrifas (se conoce que hay un jaleo de ediciones y eso, ya que es una publicación póstuma).

Es una auténtica y absoluta locura de libro. Sólo para bibliómanos.

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