little India en Singapur |
El proceso de entrada en Singapur es largo y laborioso, puesto que hay que coger un autobús desde Johor Bahru, pasar por dos controles fronterizos, y coger otro autobús una vez en Singapur, para ir al sur del país. No toda la isla está cubierta por la ciudad; antes al contrario, hay varias grandes zonas verdes, y una gran zona industrial que es bastante distinta del núcleo urbano característico de Singapur. Este último tiene grandes avenidas, algo más sucias de lo que esperaba (por lo que había leído, pensaba que se trataba de una de las ciudades más limpias del mundo), rodeadas de muchísima vegetación y ocasionales edificios tradicionales. O al menos son ocasionales en las zonas por las que paseé yo, que no fueron más que una fracción de la ciudad.
Caminé un buen rato hasta que llegué al estadio en el cual estaba el rocódromo, en el cual me quité el mono con un buen rato de bouldering y escalada con cuerda. A la salida decidí ir hasta Little India en bicicleta. Resulta que en Singapur hay varias empresas de compartición de bicicletas completamente gratuitas, que supongo que pagará el ayuntamiento o gobierno o lo que tengan.
Little India es muy parecida a Big India, pero más limpia y con menos gente (y ninguna vaca, ni sagrada ni profanada). Aproveché para renovar mis protectores de pantalla del teléfono y para comer un plato de lentejas indias por cuatro dólares singapurenses.
En general, Singapur me resultó un poco soso. Me lo habían pintado muy bien, pero me pareció tremendamente utilitario, residencial, como una gran urbanización. También es cierto que no fui a la zona supuestamente más interesante, y que era el año nuevo chino, con lo que mucha gente estaba ausente y muchos negocios, cerrados. Un poco acalorado, y después de perderme un poco con los autobuses, me volví a Johor a media tarde, justo a tiempo para que cayera encima mi primer chubasco ecuatorial.
La mejor descripción que se me ocurre de la ciudad es "Malasiaña". Estaba bastante llena de turistas y lugares de moderneo, con muchos graffitis y rinconcitos como el barrio de Madrid. Me encantó desde el primer momento, y deambulé por la mayor parte del centro, visitando la mezquita más antigua de Malasia (al parecer), uno de los templos budistas más importantes, una iglesia portuguesa que luego fue holandesa, y un agradable canal con mucha animación durante la tarde-noche.
el canal de Manuela Malasaña |
Malaca pasó por manos holandesas, británicas y japonesas (durante la Segunda Guerra Mundial) antes de integrarse en el actual estado de Malasia. Fue declarada patrimonio de la humanidad por la Unesco en 2008, y lo cierto es que los malaqueños se aprovechan sobremanera del tirón turístico que esto les proporciona.
la misa de año nuevo en el templo Cheng Hoong Teng |
no me digáis que no son unos hippies |