Páginas

jueves, 27 de septiembre de 2018

Ya era hora


El pasado 24 de agosto, Iris y yo nos casamos, después de un rápido noviazgo de trece años y diez meses. Tres días antes, yo había vuelto de Inglaterra a España para quedarme. Cuatro días antes, había dejado Dyson, tras dos años y dos semanas estupendas trabajando allí. Decidimos que lo mejor como pareja era instalarnos en Madrid, al menos durante el momento. The things I do for love.

Llevábamos año y medio preparando el día D, desde que en una playa de Goa le presenté el anillo por sorpresa (mientras dormitaba en la toalla, y su respuesta fue abrir mucho los ojos y decir "¿Qué haces?"). Y conforme se acercaba la fecha, a pesar de que los preparativos importantes como iglesia¹, pazo, fotógrafos o disc jockey ya estaban confirmados, mi ansiedad iba en aumento. En ningún momento me preocupé del hecho de casarme en sí, sino de todos los detalles, ya que queríamos que todo saliese perfectamente, como os podéis imaginar. El que yo además estuviese pendiente de mudarme de Inglaterra y buscar trabajo no hizo sino añadir a esa ansiedad. En retrospectiva, quizá tendría que haber dejado el trabajo antes, para contar con más desahogo para hacerlo todo. En fin.

Los tres días anteriores a la boda fueron una vorágine de compromisos, llamadas, decisiones, confirmaciones y descartes, intentando terminar los detalles, de los cuales el más importante probablemente fuera el autobús para transportar a los invitados de un sitio a otro. En la memoria no me quedan muchas cosas de esas horas frenéticas, salvo que hacía un tiempo excelente y que estábamos los dos muy ilusionados con la multitud de familiares y amigos que conocerían Galifornia por primera vez, y que fueron llegando de todas partes de España y algunas del extranjero.

aquí con un puñadico el jueves
Llegó, como todo llega, la mañana del viernes, de la que poco recuerdo salvo dar un paseo con Cristóbal, el aeronáutico, para despejar la cabeza. Y por la tarde, después de un almuerzo frugal, mi tío Rafael, que es mi padrino en funciones, me llevó a Boxer, la tienda en que compré el traje, para vestirnos allí. Y también vino (esa era la gracia) el fotógrafo, David de Fluxus a inmortalizar el proceso. Una vez vestidos, recogimos a mi madre, esperamos veinte minutos a que le pusieran el tocado y nos marchamos a Baiona, en cuya colegiata tuvo lugar la ceremonia.

Como he dicho, hasta entonces no había estado nervioso, simplemente agobiado por todos los preparativos. Pero en cuanto me bajé del coche de Rafael, entre los numerosos grupos de amigos y familiares, se me desbocó el corazón: no había caído en cuánta gente, y cuántos grupos diferentes, estaban allí presentes: los amigos de toda la vida de Vigo, los de las dos escuelas, los del Covarrubias, los familiares de aquí y de allá...

Después de saludar torpemente a unos cuantos invitados, tuvimos que meternos en la iglesia. Resulta que, contra todo pronóstico, Iris ya estaba casi llegando a Baiona. Yo me esperaba que llegase entre media hora y cuarenta y cinco minutos tarde, pero, probablemente por la insistencia de Fátima (que era su chofeusse²), llegó tan a tiempo que aún estaba media concurrencia fuera del templo. Mi madre y yo entramos por la alfombra roja a todo trapo, hasta el punto de que David tuvo que pedirnos que aminoráramos, para no caerse. Iris y su padre lo hicieron mucho mejor.

mira mi suegra, que parece una actriz
La ceremonia fue estupendamente, y ni me tembló la voz ni el pulso al ponerle la alianza a Iris para desposarla, ni lloré siquiera. Los niños de las arras y alianzas eran respectivamente mi sobrino Iñaki y la sobrina de Iris, Julia, y lo hicieron muy bien y estaban monísimos. Luego, Iñaki le dijo a su madre, todo preocupado: "Mamá, ¡me las devolvieron!". Como el cura, Manolo, no dijo "puedes besar a la novia", pues no nos besamos (yo es que soy muy obediente). Lo que sí dijo fue "pues ya estáis casados, ¡ya está!", a lo que mi suegro, Julio, contestó "Pues ya nos podemos ir, ¿no?". Manolo se puso súper serio, lo miró y le espetó "¡No!". Fue muy gracioso. 

ya la misa no fue tan graciosa. Es una cosa seria.
Después de las consabidas lecturas, hostias, firmas y fotos, salimos a que nos jalearan los asistentes, y a posar para fotones. Diego San Felipe siempre es el primero en dar un abrazo a los esposos, es genial: se pone hasta nervioso por si alguien se le adelanta.

mirad cómo protege la canasta para pillar el rebote
El convite, y la folixia, fueron en el pazo de Cea, que está en Nigrán y es muy bonito, como todos los pazos gallegos. "Pazo" significa, literalmente, "palacio" en gallego, pero una traducción quizá más acertada sería "mansión". Son casas de nobles menores del siglo diecisiete y dieciocho, normalmente de granito, con una finca generosa, dentro del minifundio propio del noroeste. En este habíamos estado Iris y yo en una ocasión, y a mí me cautivó el hecho de que el estanque tuviese ranas. ¡Ranas! Es genial. El personal del pazo fue excepcionalmente bueno, tanto durante la preparación como durante la boda en sí, y por si fuera poco, trabajan con casa Solla, un restaurante pontevedrés con una estrella Michelin.

Fátima y Manu nos llevaron al susodicho y perdieron tiempo de manera poco disimulada, ya que nos esperaba una sorpresa al llegar: ¡un conjunto de gaitas que nos bailó una regueifa! Esto es una antigua costumbre gallega que consiste en que los novios bailen, ella con un pan en la cabeza: si el pan no se cae, el matrimonio tendrá buena fortuna y muchos hijos, y si se cae, desdichados los esposos. Hoy en día, como si de campeones para un duelo se tratase, bailan profesionales, lo que también ayuda a que salga bien. Fue un regalo de las tías gemelas de Iris, Luz y Cris, y uno gratísimo. Contratar a gaiteros era algo que barajamos y desechamos en favor de un dueto de pop, y me alegro de haberlos tenido de todos modos.

esa chica tiene un mérito enorme. Y la del pan, no te cuento.
 Se conoce que los pinchos fueron un éxito. Habíamos apostado por hacer un cóctel largo y una cena corta, entre otras razones porque en las bodas ajenas nos tendíamos a quedar llenísimos con los canapés, que suelen ser deliciosos. Digo que se conoce, porque nos perdimos un buen rato entre pitos y gaitas y fotos, tanto en pareja como en grupo. David y Lorena se portaron como los profesionales que son y fueron súper rápidos con las fotos de pareja, y muy comprensivos con las fotos de grupo, y tengo muchas ganas de ver el resultado de su trabajo. Todo esto amenizado por Sobre todo Ella, el dueto del que os hablaba, que se salió. Varios invitados nos preguntaron por su nombre para acudir a sus conciertos. Además, tuvieron el detalle de adaptar (con muy poco tiempo, por mi culpa) una canción muy bonita de Natalia Lafourcade, con la que nos sacaron a bailar a los esposos.

sin vosotros no somos ná, como Chita sin Tarzán, como un triste bigotito sin Aznar
También aprovechamos el cóctel para proponer y resolver un juego de preguntas a los invitados sobre los mismos invitados. La intención era que, ya que había tantos grupos diferentes, se mezclasen y conociesen un poco. Y creo que lo conseguimos un poco. Lo que casi consigo, en el momento en el que me estaba gustando con el micrófono, desvelando las respuestas, es que a la muchacha del pazo le diese un telele, por el retraso que llevábamos. Pero bueno, no se enfadó, sino que cuando todo el mundo pasó al cenador nos sacó una bandeja con un par de cada pincho para que comiéramos algo, y en verdad os digo que así ficimos.

Y luego entramos al salón con Glory Days, que me hizo mucha ilusión. Ese momento me encantó, porque pudimos ver a todos a la vez, y la canción entró muy bien, porque mola muchísimo, y todo el mundo estaba sonriente, la mayoría de pie y cantando o aplaudiendo, y llegamos a la mesa con nuestros padres y todo fue muy bonito. Y ahí tampoco lloré, que conste.

de esto aún no he visto una foto buena, ¡pero las habrá!
De la cena en sí recuerdo poco, porque empecé a tener un calor muy agobiante, y mi madre me prohibió terminantemente quitarme la chaqueta. Un abrazo para los amigos más protocolarios, que tampoco se la quitaron hasta que yo lo hice; si pasasteis calor, imaginaos con chaleco. Casi me desmayo. De hecho, dimos un par de tartas de cumpleaños y tres coronas de flores a nuestras tías maternas, y yo ya no podía ni bailar al son de las canciones. Por cierto, que para dar las tartas nos sugirió el DJ (Borja de Tocata DJs) una canción de Lenny Kravitz que está muy bien, en lugar de la famosa esta de Parchís, que yo aborrezco.

A los postres, y creo que después de dar el regalo a los acertantes de todas las preguntas esas (una botella de licor café de Julio), nos esperaba otra sorpresa increíble preparada, en este caso, por mi madre, con la ayuda de mi suegra y mi tío Rafael. Este último cogió el micro y nos presentó a una soprano y una pianista, cuyos nombres no recuerdo pero seguro que mi madre lo pone en los comentarios. Después de explicar el contexto (lo de la tradición familiar de poner nombres de ópera), dejó que cantasen cuatro arias preciosas que nos dejaron boquiabiertos. Mi amigo Denis le dijo a Rafael: "Nunca he ido a la ópera y no tengo ni idea. Pero he estado en unas cuantas bodas y esto es lo más bonito que he visto en una boda en mi vida". Solamente lamento no haber podido quitarme entonces la chaqueta. De verdad, mamá.

A continuación, Belén y Julio leyeron sendos discursos, los cuales quiero leer otra vez, porque el calor que tenía me hizo despistarme en algunas ocasiones (de verdad, mamá), aunque aquí sí que lloré un par de veces. Aunque no tanto como mi suegro, que se atascó en tres o cuatro momentos.

Y después, ¿para qué más detalles? Ya sabéis: copas, risas, excesos... ¿cómo van a caber tantos besos en una canción? Borja, el de la música, fue también espectacular, aunque algunos de mis amigos echaron de menos algo más de rock. Sacamos un futbolín a la una de la mañana, que mucha gente asumió como algo completamente normal, y creo que todos disfrutaron. Bailamos, aunque no tanto como Tom (que nos alucinó); me quité la chaqueta por fin; nos bebimos todo el licor café; los amigos se acercaban a nuestros padres a decirles que nos quieren... Y la última canción fue nuestra canción, y los que quedaban (que eran muchos³) nos hicieron un corro, y la cantaron a nuestro alrededor, y ahí sí que lloré, aunque no tanto como Juliet, y la música se difuminó y el corro se cerró sobre nosotros como si fuera una película.

Todo el mundo te dice que se te pasa el día de tu boda volando, e incluso hay quien dice que no se disfruta. Al menos en nuestro caso fue todo tan bonito, todo salió tan bien, todo el mundo estaba tan contento y tan guapo, los profesionales fueron tan buenos, que no es que se pasase rápido, es que me gustaría que no se hubiese terminado nunca.

grrrrracias por venir

¹ Sí, me casé por el rito católico, religión que no profeso y mucho menos practico. Como le dijo Iris a una inquisitiva amiga de un amigo: "Me caso por la Iglesia porque soy católica, y él se casa por la Iglesia porque se casa conmigo".
² Me he inventado el femenino de chófer, un poco porque me da la gana.
³ A las cuatro y media, Abel me dijo "Me parecía muy tarde el autobús de las dos y media, porque yo no soy mucho de bodas, y me lo estoy pasando tan bien que son las cuatro y media y me parece pronto".

9 comentarios:

  1. ¡Y qué cantidad de detalles para los invitados! Esto lo cuento para el que llegue a los comentarios. En la mesa nos encontramos un bote de mermelada para cada uno, con etiqueta diseñada para la ocasión. En nuestra mesa (ocho personas) todos tuvimos una mermelada distinta, y los otros siete se rieron de mí porque mientras las otras eran de fresa, ciruela, albaricoque, cosas normales, la mía era de tomate, pero la probé a la mañana siguiente en el desayuno y estaba beyond deliciosa. Una tarjetita dedicada personalmente y a mano para cada una de las ciento cuarenta personas, o setecientas ochenta y cuatro o las que fuéramos (en realidad no creo que la primera cifra ande muy alejada, quizá hasta corta), y con distintos dibujos, todos pintados a la acuarela por la madre del novio. Esa misma madre había pintado además unos flamencos para las invitaciones, una de las cuales adorna ahora mismo la estantería que tengo a mi espalda, con acuarela y vino para las partes rosas. El papel de las preguntas también de diseño, el misal o como se llame el cuadernito de la misa bilingüe (inglis espanis) y por supuesto con ese tipo de diseño... Imagino que lo hicieron la novia y su hermana, como vienen haciendo esporádicamente por encargo desde hace unos años. Una chulada de boda, montones de detalles, y la idea de muchos pinchos y poca cena se la conté a cuanta persona me crucé en los días siguientes como el futuro del concepto de banquete. Excelente.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¡Me alegro de que te gustase la mermelada! Las dos familias se pegaron una paliza para producirlas y etiquetarlas. Mi favorita es la de pera y vainilla, pero ahora mismo también estoy tomando la de tomate.

      Éramos 177 personas en total.

      Eliminar
  2. 1 - Qué bonito, dan ganas de casarse.
    2 - Se dice "chauffeure" o "conductora" o "choferesa". Una choffeuse es una silla o una ordinariez.
    3 - Tú madre es una auténtica señora, mira que querer quitarte la chaqueta en tu propia boda...¡Te doy!
    4 - Sí alguien se merecía una boda feliz como ésta, sois vosotros, rebonicos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Chauffeure debería traducirse como chófera. Choferesa suena a salsa.

      Ya me contarás cuando te cases en Córdoba a cuarenta y cinco grados :D

      Eliminar
    2. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

      Eliminar
  3. Tengo que corregir cosas.lo hice con el transcriptor de voz y juega muy malas pasadas.

    ResponderEliminar
  4. Pues como ya pasó bastante tiempo, quisiera, con todos mis respetos, apuntar un par de comentarios críticos:
    1. La boda fue excelsa, sí, pero costó un pastón a mi juicio innecesario
    2. Que no te hubieras quitado la chaqueta por decisión propia aún bueno, pero que fuera porque no te dejaba tu madre, pues me parece un poco fuerte

    Os deseo un matrimonio feliz y duradero!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Madre no hay más que una. Y el coste lo pagamos gustosos, por ver a toda nuestra gente querida tan feliz ese día.

      Eliminar
  5. El comentario anterior es mío, que no salió mi nombre: Chilo

    ResponderEliminar