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viernes, 19 de abril de 2019

Derrota en Peña Mayor

Llevo un año y algo obsesionado con la montaña. De pequeño, mis padres nos llevaban muy a menudo, pero desde que vivo en Madrid, he ido tres o cuatro veces. En Inglaterra hice algunas rutas, pero lo que se dice monte, solamente en Gales. Así que estoy decidido a ir mucho más. Este curso empezamos por la sierra de Huétor en octubre, y espero que vaya a más.


Hace una década, mi familia y yo, con mi tía Selica incluida, nos perdimos en Peña Mayor, entre Nava y Pola de Laviana, en el centro de Asturias. Teníamos que dar la vuelta a la citada peña, pero nunca llegamos a encontrar dónde, por lo que seguimos recto hasta encontrar un bar en el que preguntamos "¿Dónde estamos?". Resulta que nos habíamos pasado por un rato largo y estábamos en Condado. Al menos, como recuerda Constanza, tomamos café de pota.

Hace horas, Peña Mayor volvió a derrotarnos a los cuatro y a Iris, esta vez por medio de la niebla, en lugar del subterfugio. Conseguimos avanzar más que la vez anterior, pero tuvimos que darnos la vuelta para no arriesgarnos a perdernos y despeñarnos.

o a que nos comiese un trol
La ruta que rodea Peña Mayor sale de Melendreros, o de Fayacaba, que es el pueblo de al lado, y después de una subida bastante dura (por lo empinado y por estar cementada, que resbala), llanea un poco y permite respirar. Pasando a la derecha de cercados de ganado bovino y ovino (e incluso caprino) y rodeando un par de casas de piedra preciosas, acaba dando a una pista que por un lado baja a Entralgo y por el otro sube a "Campa Gües", un bar inverosímil en un collado precioso. Allí, un paisano montañés nos dio indicaciones para llegar al pozo Funeres, y más allá, a la antena de telecomunicaciones que marcaba el puerto. Nos dijo que iba a abrir la niebla, porque había viento, y también que teníamos para cuatro horas de camino hasta terminar la circular.

a la izquierda está el bar Campa Gües. Por esta loma subimos, y luego subimos otra más casi igual
Tras unos veinte minutos o media hora desde el bar, llegamos casi por sorpresa al pozo Funeres. El pozo es tristemente célebre por ser usado por los fascistas en 1948 para asesinar a nueve personas relacionadas con los maquis. Es una cavidad profundísima, de la que no se ve el fondo desde arriba, pero sí se puede ver una placa conmemorativa de 1984.


aquí el pozo y unos que pasaban por allí


Después de Funeres, anduvimos entre los espinos albares y la niebla tratando de volver a ver la antena que habíamos escudriñado en algún momento de breve claridad. Queríamos evitar cometer el mismo error de la vez anterior, y terminar esta dichosa ruta. Así, acabamos zigzagueando por la ladera arriba, y ¡por fin!, encontramos la antena y un camino como dios manda que llevaba hasta ella. A su pie, aprovechamos para comer algo y para planificar el resto del camino.

y para hacernos selfis, por supuesto
Sin embargo, nos dimos cuenta de que no teníamos ni idea de cómo continuar. El camino moría en la caseta de telecomunicaciones. El GPS de cada móvil nos situaba en un sitio distinto. Los mapas eran de difícil adecuación al territorio. No hay señalizaciones ni hitos en la cumbre. No había gente. Estábamos un poco perdidos, otra vez.

por si fuera poco, nuestro guía se había vestido de camuflaje de niebla
Tras mucho trasiego con libros, mapas y móviles, y gritarnos un poco en alegre españolidad, decidimos tomar la cresta en sentido opuesto al que habíamos llevado hasta entonces, es decir, ya comenzando el segundo tramo del circuito. Sin embargo, al poco de andar por la cara nordeste de la cresta nos percatamos de nuestro error. Allí no había camino ni nada parecido, y transitar entre la hojarasca de las hayas que cubren las traicioneras piedras de caliza se hacía muy complicado. Así que propuse y fui secundado en volver a la cresta y tomar el lado opuesto, tan carente de hayas como de camino. Por aquí seguimos un rato más sin saber nunca muy bien si era el camino adecuado.

arriba: el camino transitable
Así que nos paramos a comer nuestros bocatas de tortilla, esperando que la niebla se levantase de una vez, cosa que no sucedió. Ante esto, dimos la vuelta por el camino andado (a excepción de la debacle del hayedo), por la antena, el zigzag, los espinos, el pozo, una loma y después la otra. Y al llegar allí, se levantó la niebla por fin, lo cual, aunque ya no nos permitió hacer la ruta como queríamos, sí nos dejó ver una bandada de buitres muy de cerca, y todo el valle de Melendreros muy de lejos, llegando hasta, qué sé yo, el Entrego o algo por el estilo.

tal que así
Tras una parada técnica en el famoso bar, ya no nos quedó más que bajar triscando por el monte, cada vez más soleado. A pesar del chasco de Peña Mayor, fue un día estupendo, con una temperatura excelente, ninguna molestia en cuestión de domingueros (nada más que apacibles montañeros y montañeses), en el que vimos unos cuantos pájaros y hasta pudimos disfrutar de las vistas. Así que todo muy guay.
 
TODO MUY GUAY


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