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sábado, 27 de abril de 2019

Veintiuno en la Joy Eslava

La primera vez que fui a la sala Joy Eslava de Madrid fue a un concierto de Bersuit Vergarabat con Cazcarra y Raquel Maestre, en el que éramos prácticamente los únicos españoles presentes ("probablemente", dijo el argentino de delante cuando Raquel lo mencionó casualmente).

A la misma sala, años después, volví ayer a ver a Veintiuno. Veintiuno es un grupo toledano cuyo líder es Diego Arroyo, compañero de carrera de Iris y novio de Tere, una amiga muy cercana; ambos estuvieron en nuestra boda (y de hecho Diego tuvo ocasión de hacer un poco de promoción del disco). El resto del grupo son Jimmy (guitarra), Pepe (batería) y Yago (bajo). Conocemos a Diego desde hace más de trece años, pues, y hemos visto la progresión de Veintiuno desde sus comienzos. Le hemos visto superar su timidez, trabajar sin tesón en su proyecto, sobreponerse a bajas en la formación, haciendo contactos en la escena madrileña, y pasar de tocar en garitos desconocidos a hacerlo en salas de nivel en la capital, o en festivales como el MadCool. Y encima se ha puesto como un mádelman.

En 2015 Veintiuno publicó Nada parecido, un disco que para mí, marca un punto de inflexión en su carrera. Cuando Iris y yo asistimos a su presentación, no habíamos oído nada del álbum, y en cuanto empezó el concierto alucinamos. En particular, yo no conocía mucho la obra de Diego, y lo poco que había oído no me gustaba tanto como las cancionzacas que se marcaron aquella noche en Fortuny. Desde entonces, si no me equivoco, empezaron a tener más visibilidad, tocaron en Radio 3, en la sala Sol, en el programa "La Vida Moderna"... A petarlo, vaya.

arriba: el friki flacucho de la primera fila, en el proceso de petarlo
El concierto de ayer fue una muestra de lo mucho que han avanzado: ya no se trataba de amigos y familiares, sino de un público nutrido que los han descubierto en la radio, en Spotify o de cualquier otro modo diferido. Un público nutrido que se entregó desde el principio, cantando las letras completas y con el cual Diego conectó muy bien, en su estilo un tanto irónico. Me hizo mucha gracia ver cómo ha evolucionado su estilo a la hora de pedir al público que repita lo que él canta o vocaliza. Hace años, intentaba vocalizaciones muy complejas y la gente éramos incapaces de seguirle. Luego, fue simplificando sus instrucciones, hasta el punto de que ayer lo explicó muy bien picadito, de modo que fuera imposible que lo hiciéramos mal. ¡Y funcionó!

Entre los highlights de la noche se encuentran el hecho de que abrieron con una narración leída por el cómico Quequé, y las colaboraciones de Zahara y Zetazen, que son gente que yo en particular desconozco, pero que causaron gran sensación entre el resto del público y se conoce que son bastante conocidos. En cualquier caso, ambas colaboraciones estuvieron muy bien. También disfrutamos mucho de los toques más funk que les da Jimmy (que no estaba en el grupo cuando sacaron Nada parecido) a las canciones. 

Yo eché de menos mi canción favorita, que es Antorcha Humana, pero qué se le va a hacer. Espero que cuando toquen en las Ventas en 2025 la toquen.

menos celebrar y más prepararse Antorcha Humana
Mola mucho ver crecer a un grupo, y mola mucho que a un amigo le vaya bien, y mola más que todo eso ver que el esfuerzo da sus frutos. Hala, oídlos un poco.

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