Se murió uno de los últimos baluartes del cómic francófono. Albert Uderzo se ha ido a los 92 años con Charlier y Giraud (Teniente Blueberry), Morris (Lucky Luke), Peyo (los Pitufos), Franquin (Spirou y Fantasio), Hergé (Tintin) y su inolvidable compañero René Goscinny. Astérix y Obélix están huérfanos de lápices y voz.
Salut, Albert! Bienvenue au ciel! (Getty images) |
El cómic francobelga en general, y Astérix en particular, han sido una constante en mi vida desde que aprendí a leer. Mi padre tiene todos los álbumes de Astérix, y mi tío Rafael prácticamente todos los de Tintín; desde bien pequeño yo sacaba los Lucky Lukes de la biblioteca de Soto de Luíña o la del Fontán de Oviedo, acompañado de mi abuelo o de mis tíos; ya algo mayor y por mi cuenta me aficioné al crudo realismo de Giraud y Charlier en Blueberry. Junto al romántico Príncipe Valiente de Hal Foster, la mayoría de estos títulos tenían en común, y en contraposición al cómic americano, la autoría continuada por parte del mismo equipo creativo (especialmente en el caso de Astérix y Tintín, hasta hace bien poco). Esto implica una acusada personalidad de las creaciones, intrínsecamente ligadas a la de los artistas. En los casos en los que el o los autores originales pasaban la batuta, lo hacían, normalmente, a una nueva generación debidamente adiestrada e instruida en el respeto al material original, cosa que en los tebeos de Marvel brilla por su ausencia.
Astérix y Obélix me han acompañado en todo momento, siendo el cauce habitual de complicidad con mi padre. A lo largo de numerosos viajes por Europa, caminábamos sobre las huellas de nuestros héroes, recitando diálogos de sus aventuras, intentando encontrar las tonterías de Camaracum y el bosque de los Carnutes. El genial dúo narrativo de Goscinny y Uderzo consiguió producir una obra que se mantiene fresca cuantas veces la leas, desde la más tierna edad hasta la más madura. Cada lectura permite encontrar un matiz, un juego de palabras, un guiño, un detalle pictórico nuevo. A medida que crezco, descubro mensajes nuevos en estos tebeos, sin que esos mensajes hicieran que, a los seis años, me apasionasen menos.
Hoy brindaré a la salud del cómic francés, de Astérix, Obélix y sus maravillosos creadores. Por Tutatis, Belenos y Belisana.
Repose en paix, Albert, René; on ne vous oubliera jamais. Merci pour tant de bons moments.