Se acaba de morir Jean Giraud, alias Moebius. Entre las mil cosas que hizo en su dilatada carrera destaca ponerle dibujos al Teniente Blueberry, creado por él y Jean-Michel Charlier.
Descubrí Blueberry a eso de los diez años, gracias a un hermano de mi madre que me sacaba tebeos de la Biblioteca Municipal de Oviedo. Acostumbrado a Mortadelo, Superlópez y el (mucho más maduro) PríncipeValiente, me sorprendió sobremanera el estilo duro y sucio del Teniente y sus comparsas, Jim McClure y Red Neck. Los asesinatos, traiciones, palabrotas y palizas se suceden en estos preciosos álbumes que, pese a todo, transmitían una buena moralidad, si bien por medio de la violencia. Recuerdo devorar las páginas de las historias que mostraban a los Sioux, los Apaches, Chihuahua, corruptos oficiales mejicanos, conspiradores unionistas, fanáticos sudistas exiliados, detectives Pinkerton y un sinfín de otros personajes dibujados magistralmente por Giraud.
Su estilo, desde mi punto de vista, alcanza su culmen en la saga más larga del personaje, concretamente en los álbumes La última carta y El final del camino. En ellos es prolijo en detalles mientras mantiene una cierta suciedad de spaghetti western, con colores pastel, que creo que contribuía a una atmósfera verdaderamente inmersora. Más adelante el trazo se volvió más delicado y limpio, ganando en detalle pero perdiendo fuerza.
Lo único que tengo de Moebius además de Blueberry es una rareza guionizada por Stan Lee, Silver Surfer: Parábola, que sinceramente es lo mejor que he leído de The Man (los tebeos de los años 60 son bastante malos, en realidad. Su mayor valor es el de coleccionismo). En este número Estela Plateada trata de convencer a la humanidad de que no adore a un Galactus que trata de zamparse la Tierra por enésima vez (y ahora, utilizando su cerebro en lugar de su fuerza). Giraud utiliza un registro diferente de los Blueberry, más minimalista, que acompaña a la historia a la perfección, ya que ésta busca transmitir una idea, no contar un montón de aventuras. En general, cuando lo leí me pareció un genio, este tío, por su flexibilidad. La cual no le restaba un ápice de calidad.
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Descanse en paz.
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