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lunes, 25 de febrero de 2013

El museo del ejército, Viena

El martes de la semana pasada, durante mi estancia en el este, me acerqué a Viena (que está a una hora larga de tren de Bratislava) a pasar unas horas. Me olvidé el gorro de pelo, y por supuesto, se puso a nevar nada más llegué a la capital austríaca.

Mi primera parada fue el museo del que os quiero hablar, que además está muy cerca de la estación de tren, Wien Hauptbahnhof. Me costó un poco dar con él, porque la zona estaba en obras y el sitio es un palacete en mitad de un parque. Precioso, por cierto, tanto por fuera como por dentro; sólo el edificio merecía la pena los 3,30 leureles que cobraban a los estudiantes (como yo, espero que por poco tiempo, por cierto). Y el jardinzuelo de la foto estaba lleno de cornejas enormes y ufanas.



Lo primero y quizá menos interesante era la colección de la Segunda Guerra Mundial. Armas, uniformes, vehículos, parafernalia nazi... Este tema es tan recurrente que me sonaba todo a sabido, aunque debe ser el sitio más completo al respecto que he visitado. En Alemania nunca he visto nada así, pero no sé si existe y no lo recuerdo o la fobia que le tienen a ese período se extiende a los museos también. En ese sentido, en Austria por lo menos se puede ver todo esto, y si tienes interés, se satisfará. Detrás de este asunto había unas salas dedicadas a la armada austro-húngara de principios del XX, que molaban pero no tenían mucha personalidad austríaca, por así decirlo.

La parte siguiente ya era considerablemente más guay, de cuando Austria era un imperio y partía la pana, y también de la Gran Guerra. Uniformes de infantes, húsares, dragones, granaderos, fusiles de chispa, los primeros rifles de repetición, cuadros... lo que os imagináis que suele haber en un museo, vaya. Uno de los objetos que más me gustó era este pañuelo de tela:

es húngaro, no forcéis la vista
Es una circular del siglo XIX a los soldados, en la que se les enseña balística, melodías de las marchas que procedan, las diferentes personalidades del Imperio, trucos varios y otras cosas que todo soldado debiera saber. La gracia es que claro, siendo un pañuelo es muy cómodo de transportar (por ejemplo atado al cuello) y muy resistente (comparado con un papel, que se destroza en mitad de una campaña). Ingeniería pura.

Más adelante hay una sala cuyo contenido Abel me había dicho que era sorprendente. "No me esperaba que tuvieran eso", me dijo, pero no me contó qué era para ver si me alucinaba como a él, añadiendo que "sabrás de qué hablo".

Resulta que los tipos estos conservaron el coche en el que fue asesinado el Archiduque, y heredero a la corona imperial, Francisco Fernando en Sarajevo en el 14, magnicidio que dio pie a la Primera Guerra Mundial*:


Y.

También tienen la ropa que llevaba puesta, con el agujero de bala y la sangre del difunto y todo. Sangre que lleva cien años en esa ropa. Un pedazo de Historia mayúsculo, y una pasada de ver en directo. O sea, a ver si nos entendemos: que le den por saco a Kennedy y a Harvey Lee Oswald o como se llame.

y lo del fondo es el diván en que expiró
Total, que muy guay el museo, y a pesar de ser chiquito te puedes tirar dos o tres horas si lo quieres ver bien. Cosas de los museos. Yo no pude, porque quería ver el resto de Viena y no me daba tiempo, así que me lancé a la calle y comencé un paseo muy loco bajo la nieve en el que me perdí un par de veces y me confundí de metro otra. Pero que salió bien, al final, y pude llegar a Bratislava a tiempo de esperar a Abel media hora en la calle, a 0º, para ver la ópera de Carmen.


* un anarquista serbio mató al heredero al trono austro-húngaro y Alemania invadió Francia, lo que a largo plazo provocó la revolución comunista en Rusia y la creación de Checoslovaquia, entre otras consecuencias que me huelo que el asesino no había calculado.

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