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viernes, 18 de noviembre de 2011

Dio

Hay veces que empiezas a oír una canción, o bien lleva sonando un rato, y de repente te das cuenta de que la voz del que canta te está atrapando. Hay algo en su timbre, en su modulación, en qué se yo, que te atrae inexorablemente.

Yo tengo esa sensación casi cada vez que oigo la voz del difunto Ronnie James Dio (1942-2010). Algunos de mis lectores conocerán al bajito vocalista de Rainbow, Black Sabbath y DIO de primera mano; a los que no les animo a escuchar alguna de estas canciones: Holy Diver o Heaven and Hell, por ejemplo.

Ronnie no tenía unos pulmones poderosos como los de Ian Gillan (Deep Purple) ni una variedad de registro como Rob Halford (Judas Priest), y eso sólo hablando del jevi; si nos metemos en la música en general estoy seguro de que habrá mucha gente que sabe más que yo del tema que podrá criticarlo en profundidad.

Pero hay algo en su manera de cantar que me transmite energía. Es esa carraspera que no tiene, ese grito que nunca estalla... Tal vez esa contención, que hace pensar que hay mucho más debajo... Da la sensación de que cuando Ronnie James Dio cantaba, lo estaba sintiendo profundamente.

Además, inventó lo de los cuernos en los conciertos

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