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sábado, 5 de noviembre de 2011

India

Hace cosa de un mes viajé a la India con mi hermana. El motivo principal de este viaje era visitar a mi novia, que está trabajando en Ahmedabad (se lee "amdabad"), en el estado de Gujarat.

El trayecto fue Madrid-Zúrich-Bombay-Ahmedabad, largo y agobiante, sobre todo para mi hermana que padece cierta claustrofobia. Nada más llegar al aeropuerto de Bombay comenzamos a percibir la diferencia que hay entre ese país y todo lo que conocíamos. Los dos hemos visitado con nuestros padres gran parte de Europa, y ella ha vivido un año en Italia, así que estamos acostumbrados a ver cosas diferentes... Pero la India es una locura.

Lo primero que notamos es que todo olía a comida, desde el momento en que salimos del finger y entramos en la terminal. Sobre todo, a curry. Luego constatamos que aunque el inglés es idioma oficial, de hecho lo hablan bastante mal y con un acento curioso (vaya, como Koothrapali en Big Bang Theory), con lo que la comunicación dejaba bastante que desear. Después nos sorprendimos con las numerosas y redundantes medidas de seguridad que tienen en el aeropuerto. Está aquello lleno de soldados pidiéndote el pasaporte cada vez que das un paso, y un control de equipajes cada dos por tres.

Pero nada de ello fue comparable a salir a la calle, recibir un golpe de calor (debía haber una diferencia de 20 grados con el interior de la terminal), verse aturdido por los focos y por decenas de conductores de rickshaw  y taxis pretendiendo llevarte donde sea, por no decir unos tipos vestidos de traje con identificaciones dudosas ("am erport personal, ser, don guorri") que insistían en que la terminal doméstica (donde debíamos coger el avión Bombay-Ahmedabad) estaba cerrada a esas horas de la noche y que nos llevaban a la zona de hoteles para que pasáramos la noche.

Bueno, eso que nos decían era mentira, pues la terminal no cierra, y se trataba de un burdo pero bastante efectivo intento de llevarnos a un hotel en el que les pagaban comisión. No sería tan grave si en la zona hubiera algún tipo de señal, indicación, o persona de fiar. Pero todo el que no te intentaba sacar los cuartos básicamente era un soldado que pasaba de todo.
güich cauntri?

Después de muchas vueltas y llegando ya a la terminal doméstica tuvimos la suerte de cruzarnos con un chico indio que trabaja en Barcelona y que nos abordó al oírnos hablar español (lengua que domina a la perfección). Él también estaba de viaje y nos acompañó, nos llevó a cenar y nos ayudó en los controles subsiguientes a lidiar con los indios que sólo hablaban hindi (madre mía...). Luego resultó que a él le habían cancelado el vuelo y tuvo que comprar otro a las 3 de la mañana y cambiar otra vez de terminal y la de Dios. Así empezábamos a darnos cuenta de cómo se las gastan en la India.


Se llamaba Munazir Ahmed Mohammed, de lo cual deduzco que debía ser musulmán. Se portó de cine y nos invitó a visitarle en Barcelona, cosa que espero poder hacer.

Seguiré relatando nuestras aventuras indias en otra entrada.

2 comentarios:

  1. oiga!! y donde está el siguiente capítulo?? que tu escapada a Soria está muy bien, pero me he quedado con ganas de más India. habrá que esperar a mañana entonces...
    me ha encantado la aclaración sobre como se pronuncia Ahmedabad. la gran mayoria de taxistas en Australia son originariamente de India, y cada vez q me subia a un taxi entablaba conversación e intentaba explicarles q tenía una amiga en Ahmedabad. nunca reconocían el nombre de la ciudad...

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