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domingo, 23 de marzo de 2014

En Edimbrá (también tienen Hogwarts)

Nos alojamos en un albergue muy recomendable llamado The West End Hotel. Por 8 libras, más 2 por el desayuno (Escocia es un país caro), estuvimos muy a gusto en un sitio que yo no llamaría céntrico, pero da igual porque Edimburgo es diminuto.

menos mal que teníamos el número; con la descripción, tal vez, no hubiera bastado
Mientras íbamos al castillo, una de las atracciones turísticas indispensables del sitio, nos llamó la atención un cementerio en mitad de la ciudad. Como luego nos contaron, los escoceses viven mucho en los cementerios, usándolos para meriendas familiares, para hacer botellón o para darse amor.

os prometo que alrededor de esto, la ciudad bullía con actividad
Ya en el castillo, cuya entrada es carísima (14 librazas), pudimos disfrutar del museo de los Royal Scots Dragoon Guards (bastante curioso, para ser la historia de un cuerpo militar), la Capilla de Santa Margarita (que data del siglo XII), el Mons Meg (una bombarda a la que le tienen mucho cariño), un par de salones muy chulos, las joyas de la corona escocesa (la más curiosa es una piedra sobre la que los reyes se sientan en su coronación desde hace 1400 años o así), una visita a las mazmorras en las que vivían cientos de prisioneros de guerra, y un viento helado que casi nos lleva volando.

totalmente

diría que merece la pena visitarlo, a pesar del alto precio

esta foto no tiene nada que ver con el castillo, pero me hicieron mucha gracia  esos cojines tan cucos
Por la tarde nos hicimos un Free Walking Tour, como ya hice el año pasado en Eslovaquia, en la que una catalana nos dio una buena vuelta alrededor de la city. Fue ella la que nos contó lo de los cementerios. Nos llevó a otro Hogwarts, en concreto el sitio en que se inspiró la Rowling, y que es un colegio privado carísimo.

miles de libras al mes
Y en el cementerio que lo rodea hay numerosas lápidas cuyos nombres tomó la autora para varios personajes: Tom Riddle o McGonagall, por ejemplo. 

El Free Walking Tour fue bastante agradable, pero casi lo dejamos a la mitad de puro frío: yo estaba congelado, y tuve que tomarme un café y un par de azucarillos en una pausa que hicimos. Me prometí que al día siguiente me pondría toda la ropa interior térmica (y eso hice, y me alegro).



Esta es una estatua al perro Bobby, que, tras morir su amo, no se apartaba de la tumba. Como su amo había sido un policía muy conocido, campechano y querido, la gente se enterneció, y en lugar de matarlo como se hacía con los perros asilvestrados, la Ciudad lo adoptó, de manera que era propiedad de todos los habitantes, que  lo alimentaban y lo paseaban (pero él seguía durmiendo en el cementerio). Al morir recalificaron un área del camposanto para que pudiera ser enterrado allí, y la gente le lleva flores y de todo. Una tradición muy bonita, aunque un poco cursi.

Como es Gran Bretaña, vaya.

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