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viernes, 10 de noviembre de 2017

Valar morghulis

Todos los hombres mueren. A cada porco lle chega o seu San Martiño. Memento homo quia pulvis es et in pulverem reverterem. La vida son dos días.

Por eso hay que reír y cantar y amar y bailar y hacer que cada día sea un poco más luminoso para todos los demás, y contar historias y preguntar a la gente por las suyas. Y gritar en tonos mayores letras absurdas de Siniestro Total y de Boney M.

Y viajar y probar comidas raras y emborracharse con gente que no habla tu idioma, y correr, y saltar, y quemar energía, y que tu cadera genere más entropía que tu caldera, y cuando la pálida dama llegue, no desperdiciar la ocasión de ver qué tal besa.

Y no dejar de creer que las palabras y las poesías sí pueden cambiar el mundo.

¡No te detengas!


domingo, 20 de agosto de 2017

Excursión en los Brecon Beacons

¡Hola! Qué barbaridad, qué poco he escrito este año, vaya por Dios. A ver si narro mis aventuras en Inglaterra y de otro tipo. Por lo pronto, os voy a contar la ruta que hice ayer en los Brecon Beacons, Gales.

la ruta se llama Horseshoe Ridge y esto es un valle glaciar
Un tipo del trabajo, llamado Russell Hepton, organizó esta excursión, con el ingenioso nombre de Dyson Hike y el motivo de recaudar fondos para luchar contra el Alzhéimer. Esto es una cosa que hacen en Gran Bretaña mucho: organizan alguna actividad guay pero que requiera cierto esfuerzo y piden dinero a la gente a cambio de realizar la gesta. Me parece un poco raro; en particular, no veo la relación entre hacer una caminata y que alguien decida donar a una fundación de investigación, pero el caso es que funciona.

A mí hacía mucho que me apetecía visitar los Brecons y hacer una buena ruta de monte, no como los paseíllos que me he dado hasta la fecha. Que están genial, sin duda, pero me apetecía algo un poco más desafiante, así que este plan me venia como anillo al dedo. De mi grupo de amigos solamente se apuntó Bhanu, con su mujer Sonika, que graciosamente se ofrecieron a llevarme en coche. Así que a las siete de la mañana nos encaminamos desde Malmesbury capital hacia el país de Gales, con un agradable sol matutino que fue desapareciendo conforme nos acercábamos, llegábamos a, y nos adentrábamos en aquel. Y así nos reunimos con la comitiva Dysoniana, unas dos docenas de personas de las cuales reconocí un par de caras. Allí nos tomamos un café a unos agradables 9 grados, agradecidos por habernos llevado todo tipo de abrigo.

A las nueve y media nos pusimos en marcha tras una breve arenga de Russell, sin olvidar la obligatoria foto para los anales de la historia. Nuestro plan era reunirnos en una cumbre llamada Pen y Fan, a unos 850 metros de altitud, para hacernos otra foto, y luego bajar al siguiente valle, volver a ascender y seguir el risco hasta completar el circulo.

lo último que nos dijo antes de empezar fue Please don't die, "no muráis, por favor"
El primer tramo fue largo y sorprendentemente duro. Desde el valle, ascendimos unos 200 metros hasta el paso, lo cual nos llevó una hora poco más o menos. La temperatura era bastante fresca, con lo cual apenas nos quitamos trapo, y menos mal, ya que en lo alto había niebla y soplaba el viento. Tal era el panorama que apenas esperamos por los rezagados y continuamos el ascenso hasta la cumbre más alta, la anterior a Pen y Fan. Allí aún era peor el viento, que nos azotaba las piernas y la cara con las gotas de agua de la niebla, la cual impedía que disfrutáramos de cualquier tipo de vistas. Así que con la cabeza gacha para evitar las inclemencias del tiempo seguimos hasta el punto de reunión, que alcanzamos enseguida.

veranito en Pen y Fan
Allí hacía un tiempo estupendo para ser marzo, así que aprovechamos para comer algo mientras esperábamos al resto de montañeros, entre los que se encontraban mis amigos indios. Cuando todos hubimos subido, nos sacamos otra foto de grupo y poco después comenzamos un abrupto descenso hasta un collado, donde volvimos a subir a la tercera cumbre. Esta subida fue absurdamente empinada. En lugar de hacer eses como muchos caminos de montaña, subía directamente por la línea de máxima pendiente, y entre eso y el peso de la mochila, mis piernas ya pedían clemencia a gritos.

sí, había unos pocos escalones. No, no iban hasta abajo
De nuevo comimos un poco en la cima, y de nuevo una abrupta bajada, en este caso ya hacia el valle. Nos cruzamos con unos soldados de maniobras, en cuyas mochilas habría cabido yo entero, y bajamos lentamente por el valle glaciar hasta casi el final. En este hay un antiguo embalse victoriano, cuyas funciones hoy ha asumido un embalse más moderno, pero el cual aún se puede admirar. Al llegar allí había salido el sol, a pesar de que durante la bajada había llovido un buen rato. Eran las 12.45 y llevábamos la mitad de la distancia recorrida. Aprovechamos el sol y comimos un poco más (ciertamente estábamos todo el rato comiendo, en mi caso casi exclusivamente frutos secos, chocolate y fruta) antes de afrontar la última subida.



Madre mía.

La comitiva, que estaba casi al completo al llegar al embalse, se fue desgajando, alargando y dispersando por la ladera, tratando de ascender por el sendero pedregoso, parando a menudo para recuperar el aliento, aferrándose a la persona anterior como los ciclistas, haciendo caso omiso al fuego que ardía en nuestros muslos, resoplando y suspirando en los escasos llanos que ofrecía el camino. Es la subida más exigente que he hecho en una década, no sé si por todo lo que habíamos andado ya, por la falta de práctica, porque estoy mayor o por la carga y el abrigo, o por todo eso junto. Pero al llegar a la cima, uno tras otro exhalábamos un grito de triunfo, volviéndonos hacia el precipicio a animar a los siguientes compañeros, dando algo de descanso a nuestras fatigadas piernas.

el embalse victoriano. La subida fue un poco más a la izquierda, no se ve en esta foto
Una vez reunidos y reposados, emprendimos el penúltimo tramo, todo a lo largo de la cumbre para cerrar el circulo. Este, si bien fue mucho más relajado, no resultó tampoco fácil, debido a lo accidentado del terreno, que requeria sortear charcos e irregularidades. En nuestras cabezas no debía de haber más que ganas de acabar, puesto que las conversaciones escaseaban, y de nuevo se desgranó el grupo. Al llegar al primer paso, de nuevo el tiempo era miserable, con lo cual decidí no esperar por Bhanu y Sonika y me dirigí por aquel primer y largo tramo hacia los coches. A estas horas, había muchas más personas, en diferentes rangos de preparación montañera, que desde luego no tenían pinta de ir a caminar tanto como habíamos hecho nosotros.


Poco a poco fui adelantando a la mayoría de los miembros del grupo, y a un imbécil que llevaba la radio sonando a todo trapo, que bien podía haberse quedado en su casa a ser imbécil. Cuando retorné al punto de partida habían pasado cinco horas y media y yo estaba hecho polvo. El resto de gente fue llegando poco a poco, comentando la jugada, tomando café y despidiéndose progresivamente. Bhanu y Sonika llegaron media hora más tarde que yo, y poco después nos despedimos de los Brecon Beacons, muy felices y muy satisfechos.

Y al llegar a casa, me di un baño caliente y relajante que casi me olvido de mi nombre. Por supuesto, dormí como un bebé.

domingo, 26 de febrero de 2017

Indian wedding

Hace una semana y media estábamos Iris y yo, de nuevo, en India. Sí, somos algo monotemáticos, lo reconozco. Pero en este caso la razón del viaje era la boda de Akanksha, la que fue compañera de Iris en el primer estudio en el que trabajó cuando vivió en Ahmedabad. Nos invitó a nosotros y a otros dos chicos españoles que estuvieron en dicho estudio por aquella época, Kepa y Fernando, pamplonica y bilbaíno y muy salaos.

Aprovechando el viaje pero sin ánimo de complicarnos la existencia con una visita elaborada, decidimos pasar unos días en Goa, haciendo algo de turismo y mucho de playa, para además coger algo de color de cara a la boda. Luego volamos a Pune, Maharashtra, como señores, nada de coger trenes ahora que somos DINKs. Hay que gastar.

En Pune nos recibió la familia de Akanksha como huéspedes de honor: nos dieron alojamiento en un hotel de la familia (una habitación enorme para los cuatro), nos dieron de comer y cenar a diario, nos llevaron en coche a todas partes hasta extremos absurdos como cruzar la calle, y nos hicieron partícipes de todas las celebraciones, incluyendo las privadas que tienen lugar únicamente con los familiares de la novia y algunos pocos amigos cercanos.

Como la ceremonia de untarse en cúrcuma la cara...
...o la de la jena en las manos
Eso de la jena es muy curioso. Se trata de un pigmento vegetal con la consistencia de una pomada, que se aplica mediante una especie de manga pastelera. Luego se deja secar durante dos horas, tiempo en el que no puedes tocar el diseño sin estropearlo. A partir de ahí, otras veintipico horas en las que no has de tener cuidado, pero tampoco lavarlo, porque está impregnando la piel. Luego se cae o se retira como una costra y queda el diseño durante una semana larga. Es divertido. Al parecer es una cosa de chicas, pero nos hicimos uno cada uno.

El primer día de celebraciones consistió en estas ceremonias privadas, y nosotros también tuvimos que practicar nuestro baile de Bollywood para la boda en sí, ya que nuestro intento de colar la Macarena como baile regional no pasó los exigentes filtros de Akanksha, que nos mandó a su coreógrafo. Acabamos preparando una coreografía con la canción Señorita de la película Zindagi Na Milegi Dobara (que trata de tres indios de despedida de soltero en España), que aunque ni de lejos tan elaborado como el baile de la peli, causó sensación al día siguiente, el Sangeet.


El Sangeet ocurre antes de la boda propiamente dicha y es una fiesta de noche en la que (al menos en nuestro caso) los amigos de los novios, y algunos familiares, y los novios mismos. bailan, cantan o de otro modo actúan para solaz del resto de invitados. Y mientras tanto hay de comer, y luego pincharon un poco de dance indio e internacional y la chavalada se volvió medio loca bailando.

De acuerdo con la fascinación india con las fotos, nos sacamos cientos de las omnipresentes selfies aquella noche:
Rahul, Enzo, Rahul, Iris, Kepa y Fernando preparados para la acción
con Rahul y Akanksha

aquí con Pulak, el fotógrafo,  y Tysia
Total que una sudada considerable (no olvidemos que es clima tropical y que los kurtas son calurosos), al igual que la diversión. Además, le pedimos a Chinu (Shashank, el hermano de Akanksha) el favor de conseguir unas cervezas para tomarnos discretamente en la habitación (ya que en esta boda no hubo ni alcohol ni carne) y el muchacho se presentó con un cargamento de birras, una botella de vodka y cuatro botellitas de whisky. Debió pensar que como occidentales, seríamos bebedores consumados. Por supuesto le pedimos que él y sus amigos (incluyendo el coreógrafo) nos acompañaran, lo cual fue genial porque nos contaron sus aspiraciones y sus intereses, que incluyen la serie de Narcos... Chinu y su amigo Omkar se saben varias frases de la serie en castellano y las soltaban de cuando en cuando, para nuestro deleite.

El día siguiente era el de la ceremonia propiamente dicha, que tuvo lugar en un hotel de cinco estrellas a cierta distancia del nuestro, a lo largo de toda la mañana del día 15. Akanksha y Ojas estuvieron varias horas bajo un palio, haciendo las ofrendas de rigor mientras un par de brahmines recitaban los salmos. Alrededor de este palio, y curiosamente agolpados en la sala del hotel, se encontraban los asistentes, esforzándose por ver los detalles del rito. Mucha otra gente rondaba la terraza donde por la mañana nos pusieron algo de desayunar y a mediodía de comer...

sí, llevo cera en el bigote. Cortesía de Chinu
Los novios vestían el traje tradicional marathi, se regalaron unos anillos gordísimos y en un momento dado quemaron coco o algo similar que levantó una humareda preocupante y que yo no pude menos que ver como una oportunidad de negocio para los purificadores de aire de Dyson.



La boda se prolongó, como he dicho, varias horas, mucho más que una ceremonia cristiana. Sin embargo, esto no era todo, pues aún quedaba la Reception por la tarde-noche. Esta se trata de una celebración abierta al público, en un campo con un gran escenario en el que están los esposos y sus madres, por el cual pasan los invitados a presentar sus respetos y ofrecer los regalos (a Akanksha y Ojas les encantó la fuente de Sargadelos que les regalamos, traída desde el fin del mundo para ellos; nos escribieron unos pocos días después deshaciéndose en agradecimientos...), y sacarse una foto, claro. Además de eso, había un enorme bufé con platos 100 % veg pero también 100% non veg, para los amantes de la carne que sea pollo. 

Teniendo en cuenta que eran 800 invitados, a los que sumar los eventuales que se acercaran a última hora, estuvimos poco con Akanksha y Ojas en ese momento. Pasamos más tiempo con el resto de amigos y familiares, hasta que Akhilesh, el coreógrafo, nos llevó al hotel en su coche; al día siguiente partíamos temprano para Bombay.

La experiencia, en resumen, fue impresionante. Tanto la caleidoscopia propia de este país en sus vestidos, comida y decoración, como el impresionante y edificante trato que nos dieron los Mishra, que no nos dejaron pagar una comida, ni el hotel, ni el transporte; que se preocuparon hasta extremos insospechados de nuestro bienestar, que, en suma, nos dieron el trato de huéspedes de honor, nos dejaron a los cuatro sorprendidos y encantados. Además, pudimos ver muchos detalles desde dentro, que de otro modo nos hubiéramos perdido. Como lo de que te estampen cúrcuma en la cara.

PLAF

martes, 17 de enero de 2017

Año nuevo en Malmesbury

Después de pasar unas navidades espléndidas, rodeado de familiares y amigos, héteme aquí en el frío y húmedo condado de Wiltshire. La vuelta ha sido agradable y gradual, gracias a una gran sesión formativa el lunes nueve de enero, amén de haber pasado el día anterior entre escalada y cena en sociedad (malmsbrileña). Esta semana y media, en el trabajo, ha sido bastante intensa, pero satisfactoria. Estoy trabajando en dos proyectos y cada vez Stu (al que, por cierto, acaban de ascender a senior) me deja más autonomía y confía más en mi criterio. Ambos proyectos han alcanzado bastante inercia ya, y creo que están bastante bien encaminados.

Además, el pasado jueves por la noche nevó un poco, y por la mañana aún conservábamos un manto blanco frente a Seedwood Cottage:


el cementerio de camino al trabajo
Es una pena que a las doce ya no quedase nieve en ningún sitio. Pero por lo menos me ha dado para disfrutarla un poquito, y con algo de suerte ¡vuelve a nevar en febrero!

El fin de semana pasado fue muy entretenido. El sábado fui con la pandilla de españoles al lasertag (eso de dispararse con láser en un laberinto) de Swindon, por iniciativa de Fon, el primo de Iris. Jugamos tres partidas de quince minutos, con varios descansos entre medias, en las cuales combatimos entre nosotros, contra una pandilla de niños de diez años y contra otro grupo algo más heterogéneo. En este último había un tipo que debía ser ex militar o algo así: obtuvo el doble de puntos que el segundo mejor, y cada vez que te veía te eliminaba. A mí me "mató" 26 veces...

Esa noche, después de que Carlos (un chico muy majo de Madrid que trabaja en los cabezales) me dejara en Malmesbury de camino a Chippenham, pasé un rato en casa de Tom, que es otro tipo muy majo que sale con Juliet, que es una chica muy maja que vivió con Ben y Gareth hasta antes del verano. Tom y Juliet son más buenos que el pan, y a la sazón estaban con unos amigos, incluido Gareth, celebrando un poco el cumpleaños de Tom, que en realidad es el día 7, igual que Constanza. ¡Solo que Tom es un año menor que mi hermana pequeña! Me hago mayor.

En esa velada se gestó el plan del domingo, que incluía desayunar en un bistrot llamado Amanda's que hay en el centro de Malmesbury, y dar un paseo por los  alrededores del pueblo. Resulta que a Tom le encanta caminar, hasta un punto rayano en la adicción, y si puede tomar un camino más largo, probablemente lo haga. El caso es que dimos una buena vuelta por las verdes veredas que veréis a continuación, verdaderamente embarradas, menos mal que llevamos botas de monte.

Tom, Gareth de espaldas, Juliet, Dave de lado, Cecilia de espaldas
Total que estuvimos de promenade un par de horas y pico, nos pusimos bonitos de barro los bajos de los pantalones, y vivimos emocionantes aventuras bajo la espesura, buscando el mejor camino, o en su defecto el más largo. Y al retornar a Malmesbury, nos tomamos un smoothie en otro sitio del centro del pueblo, que como véis da mucho juego.

Tom insistía en usar todo árbol caído como puente
Y por último, planché una tonelada de ropa con mi plancha nueva.