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miércoles, 15 de mayo de 2019

West Coast is the best coast

El próximo viernes, día de las Letras Gallegas, Iris y yo nos vamos a la costa Oeste de Estados Unidos. Nos han invitado a una boda en Portland (Oregón), así que allá nos vamos, via San Francisco y Yosemite, y volviendo por Seattle.


Los novios son Kaylyn y Evan, que estuvieron en nuestra boda. Kaylyn es una auténtica enamorada de Baiona, y los dos disfrutaron mucho de nuestra pequeña costa oeste. Ahora les devolveremos la visita. Tengo muchas ganas de conocer San Francisco, también conocido como el Vigo americano (tienen hasta su versión del puente de Rande y de la Isla de San Simón), y Seattle (que debe ser como Ferrol), pero lo que más me llama es el parque nacional de Yosemite.

Colgaremos fotos de nuestro viaje, ¡estad al loro!

Si yo fuera alcalde

Si yo fuera alcalde de Madrid, "Madrid Central" llegaría hasta la M30, y ampliaría las aceras de todas las calles principales del centro, como han hecho con la Gran Vía. Por ejemplo, me cargaría dos carriles en Bravo Murillo, en la zona entre Tetuán y Plaza de Castilla, para extender la mísera acera del lado Oeste, que mide un metro y medio en su punto más estrecho.

Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría el número de casas de apuestas, porque prohibirlas completamente solo conseguiría que se hiciesen clandestinas. Entre Plaza de Castilla y Cuatro Caminos hay diecinueve locales de apuestas. Además, obligaría a que llevasen el mismo tipo de avisos disuasorios que el tabaco: "La ludopatía destruye familias", "Las apuestas no son un juego", etcétera.

Si yo fuera alcalde de Madrid, estaría prohibido conducir los domingos, como en Bogotá. Los únicos coches que se verían serían ambulancias y camiones de helados. Podríamos empezar con una experiencia piloto (por ejemplo, el día de San Isidro, o el día de la Almudena), luego hacerlo un domingo al mes, y por último todos los domingos.

Si yo fuera alcalde de Madrid, limitaría los precios de alquiler a un múltiplo fijo de los metros cuadrados, que se revisaría anualmente; y también controlaría los alquileres vacacionales de AirBnB y similares.

Si yo fuera alcalde de Madrid, el alquiler de las pistas municipales de pádel, fútbol, baloncesto y otros deportes tendría un coste simbólico o nulo, en ningún caso superior a un euro por persona.

Si yo fuera alcalde de Madrid, compraría los cines que han cerrado y los habilitaría para proyectar películas clásicas, como hace la Filmoteca.

Si yo fuera alcalde de Madrid, al PP se le iba a llenar la boca de bilis en cuestión de dos semanas. Pero sus estridentes ladridos solo son señal de que cabalgamos.

domingo, 5 de mayo de 2019

Luna de miel (I)

Nuestra luna de miel comenzó el 26 de agosto del año pasado. Tras un frenético último día empleado en finalizar el equipaje y cambiar un vuelo a última hora, salimos de Vigo en dirección a Nairobi, pasando por Madrid y París. Hasta Madrid viajamos con mi amigo Cristóbal, que se volvía a Eindhoven, donde vive, y fue muy agradable comer con él como despedida. Luego, cada uno por su lado, y nosotros llegamos al aeropuerto Nairobi Kenyatta con las primeras luces del lunes 27.

Tras un pequeño trámite fronterizo, salimos al exterior del aeropuerto, donde nos estaban esperando nuestros dos compañeros de viaje: Tom, el chófer, y "Antonio" (Tony), el guía. Tom, que es de una tribu cuyo nombre nos evade ahora, era delgado, de cándida sonrisa y hablar muy sosegado. Llevaba una gorra blanca como la furgoneta Toyota que conducía. Tony, de la mayoritaria tribu Kikuyu, era corpulento, de ojos vivos y lenguaraz. Hablaba español decentemente y hacía numerosas bromas de todo tipo. Estos dos nos llevaron hacia el norte, al centro del país, a la Reserva Nacional de Samburu.

Samburu es el nombre de la tribu que vive en esa zona del país, que tiene un clima continental europeo y una orografía agreste de suelo arcilloso. Este parque, que es de tamaño reducido, tiene, sin embargo, muchísima fauna y de muchos tipos. Entre la entrada y el hotel, vimos algunas gacelas, numerosas pintadas o gallinas de Guinea, y hasta una jirafa, que nos llamó muchísimo la atención. Poco sospechábamos entonces la cantidad de animales que íbamos a ver ese mismo día.

Gallinas de Guinea.¿No os parecen dinosaurios?
En el hotel nos estaban esperando para comer, y comimos, y en verdad nos plugo. Nuestro alojamiento era una cabaña de terracota con dos camas, rodeada de sus congéneres y de la sabana, por la cual rondaban unos antílopes diminutos llamados tik-tik, unos pájaros como Zazú el del Rey León, que se llaman cálaos, y ocasionalmente babuinos. Con los babuinos hay que tener cuidado, que son peligrosos como hinchas del Liverpool en Mallorca.

¿dices que se perdió en su propio museo?
 Después de comer nos fuimos de safari, de nuestro primer safari, en el que estrenamos el teleobjetivo nuevo de Iris (un regalo que le hice con sus amigas por su cumpleaños), con todo éxito. El modus operandi del safari consiste en dar vueltas por la sabana, los guías comunicándose por radio con otros guías para informarse de los movimientos de los animales. Cuando descubren un animal, ya sea por su vista y experiencia, ya porque se lo chivan los compañeros, acercan el coche a este para que lo veas. Y lo acercan MUCHO. Hasta el punto de que, en ocasiones, yo me agobiaba, porque me daba la sensación de que estábamos estresando al animal. Aunque, en general, ellos aparentaban completa indiferencia frente a nuestra presencia.

esta leona pasó a 20 cm de mí, al otro lado de la puerta de la furgoneta. Y en ese momento había 10 coches a su alrededor
este es de teleobjetivo, no de estar cerca
 Estuvimos en Samburu dos noches, y de safari tres veces: la tarde de llegar, y la mañana y la tarde del día siguiente. El recorrido que más me gustó fue por la mañana, cuando hicimos una incursión, cruzando el río Ewaso Ng'iro a la reserva adyacente de Buffalo Springs. Esta zona estaba completamente desierta de visitantes, con lo cual teníamos una sensación de amplitud y de aventura mucho mayor. Las fotos a continuación son todas de Buffalo Springs:

aquí un Samburu cruzando el Ewaso Ng'iro







El resto del tiempo estuvimos en Samburu Samburu, que como os he dicho está lleno de vida. En general, fue un inicio maravilloso de viaje. Nos hizo un tiempo estupendo y estuvimos constantemente rodeados de fauna increíble, y el hotel nos gustó mucho (hasta tenía una piscina de la que dimos buena cuenta). De hecho, tuvimos una suerte excepcional el segundo día, cuando pudimos ver el más esquivo de los carnívoros africanos: un leopardo, tumbado a la bartola en un árbol.

por supuesto, estaban todos los coches del parque rodeando al animal